1513-1515
Tallado en mármol
Originariamente construida para la tumba del papa Julio II en la Basílica de San Pedro, pero al final se colocaron en la iglesia menor de San Pietro in Vincoli, a la muerte de este.
Representa a un gigantesco personaje bíblico: Moisés
Lo que le sale de la cabez son los rayos de la luz divina de Dios que todavía conserva tras haber estado en contacto con él cuarenta días en el monte Sinaí, antes de recoger el mensaje divino: los diez mandamientos que porta bajo el brazo derecho.
Se vuelve hacia su pueblo animado con el mensaje de Yahvé, pero al encontrar a Israel adorando falsos ídolos: a un becerro que habían construido con el oro de las joyas que tenían, Moisés entra en cólera, tensa sus músculos y va a levantarse de su asiento. Y en ese momento lo capta Miguel Ángel: todo energía y decisión, asombro y enfado ante la idolatría de su pueblo. Un minuto después romperá en mil pedazos las tablas de la ley, mientras Israel se apresta a recibir el castigo divino.
Es fácil apreciar la fuerza del profeta que emana claramente de su interior y se nos manifiesta en la cólera que el artista sabe transmitirnos con la mirada penetrante,furiosa y profunda, con el juego de tensiones entre una pierna adelantada y otra retraída, con el movimiento del brazo izquierdo que se apresura a coger las tablas de la ley, con la fuerza sobrehumana que parece tener la escultura...
Así que el Moisés es la historia de varias frustraciones: la del Papa que no vio su tumba acabada, la del propio personaje que asistió a los pecados de su pueblo y la del propio artista que lo talló cuando tenía 40 años, pero no lo vio colocado en su sitio hasta los 70.
Con esta obra Miguel Ángel nos ha mostrado, una vez más, su capacidad para transmitir actitudes, en este caso algo que nos ha pasado a todos alguna vez.
Está claro que el artista conocía bien la psicología humana.
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